miércoles, 25 de mayo de 2011

CAPSULA + NO ALOHA (14/05/2011)

Se me ha ido de las manos, y aunque había empezado el post después del concierto, varios acontecimientos y noticias han hecho dejarlo aparcado. Pero creo que estos dos grupazos se merecen tanto o más que otros aparecer en este blog, así que, a pesar de que fue hace 2 semanas, ahí va la reseña:




Hace unos cuantos meses que descubrí la música de NO ALOHA, y desde entonces tenía ganas de verlos en directo. En este día no solo conseguí eso, si no que era una doble actuación con motivo del décimo aniversario de Sonic Wave Magazine. El segundo grupo es CAPSULA, por lo tanto la descarga de energía y guitarrazos de calidad estaban garantizados.

NO ALOHA subieron al escenario de entre el público. Su sonido se asemeja a muchas de las grandes bandas del rock alternativo de los '90, y el timbre de la cantante hace recordar a los Dover de los comienzos, cuando eran rockeros y gustaban a casi todo el mundo. Pero NO ALOHA son mucho más cañeros, beben del grunge, de grupos como Pixies o The Breeders (su nombre sale de una canción de estos), todo bien removido con una dosis de personalidad, y con letras que en varias ocasiones mezclan el inglés y el castellano. Se nota que han dado bastantes conciertos, lo cual se refleja en la contundencia de su actuación (el batería me pareció uno de los mejores a nivel nacional de lo que he podido ver y escuchar últimamente).




Tras los madrileños, suben al escenario CAPSULA, trío de rock garage alternativo con bastantes toques noise a lo Sonic Youth (a los que recuerdan bastante en su último disco, In The Land Of Silver Souls, altamente recomendable). Proceden de Bilbao, aunque al menos dos de ellos son originarios de Argentina (bajista y guitarrista, ambos también a cargo de las voces).

La linea de bajo hipnotiza, y la guitarra crea junto a las voces una atmósfera densa y oscura perfectamente complementada por los ritmos de la batería. Al igual que en NO ALOHA, la actitud forma parte intrínseca de la actuación de CAPSULA, llegando al punto de rozar la guitarra con la bola de discoteca que cuelga desde hace mucho en la sala (Wurlitzer), bajo la mirada preocupada de uno de los jefes del garito. El público, inmerso en el sonido de la banda con curiosos bailes espasmódicos, conseguimos bises.




Consejo que siempre doy: más vale ir solo a un conciertazo que no ir.
 
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